viernes, 3 de julio de 2015

La pareja más bailada

Cumpliendo la promesa hecha en la pasada entrega, continuamos con esos personajes burgaleses que animan y dan color a nuestras fiestas.
En esta ocasión nos ocuparemos de las gigantillas, como se les denominaba antaño o los gigantillos como más comúnmente se les llama hoy.
Ya sabes, pasa y descubre algunos de sus secretos y curiosidades que quizá no conozcas.

LOS GIGANTILLOS
Con los gigantones salen y han salido siempre las gigantillas, que son dos figuras de menor tamaño, pero también un varón y una hembra. 
Contábamos en la entrada de los gigantones que en 1899 estos personajes fueron construidos de nuevo. Pero sin duda los que más remodelación sufrieron fueron los gigantillos.
Efectivamente las antiguas gigantillas, creadas tras la Reforma protestante, nada tenían que ver con las que ahora conocemos, pues se trataban de unas figuras horrendas que querían representar al pecado y la herejía, según nos dice Anselmo Salvá:
[Las Gigantillas eran] Dos figuras de varón y hembra, grotescas, ridículas, chocarreras, vestidas con tela de dibujos chocantes, de colores chillones y de formas estrafalarias y adornadas con exagerados accesorios de las modas del año.
Con estas figuras ridículas y grotescas en Castilla se aludía precisamente a Lutero y su doctrina. Y en las gigantillas burgalesas […] la hembra representaba la herejía en sí y el gigantillo tenía dos cabezas, una representaba al propio Lutero y otra que de él salía por medio de tumor […] la de Calvino.

Estas antiguas gigantillas en la fiesta del Corpus una vez llegaban a la Plaza Mayor se dedicaban a perseguir sobre todo a los aldeanos y gente humilde desprevenida y le daban una “mochada”, que generalmente no causaba gran daño, pero sí generaban grandes risotadas.



Era de ver la cara que ponían los amochados, más avergonzados que doloridos […] no faltaban picaruelas ideas para entretener a una moza y proporcionar así el modo de que sufriera una mochada, ni faltaban tampoco caídas aparatosas de alguna labradora gorda con manifestación de refajos en incontable número… 
Esta costumbre de las mochadas trajo consigo el deterioro de las cabezas de los gigantillos, por ello en la citada fecha de 1899 coincidiendo con la celebración en Burgos del V Congreso Católico, se encargó al artista Isidro Gil, también Secretario del Ayuntamiento, el diseño de los nuevos gigantones y gigantillas y la ejecución de tal diseño a Fernando Hernando “Cardeñita”.
De tan accidentados lances los gigantillos salían destrozados. Quedaron suprimidas las mochadas y se rehizo a los “heroicos” combatientes.

El resultado de ese diseño fueron unos gigantillos totalmente nuevos que ya nada tenían que ver con esas figuras grotescas que representaban la herejía y el pecado, sino dos figuras bien saladas que representan a unos alcaldes serranos y son los que hoy todos conocemos. Así los describe Salvá:

Esa lindísima pareja de serranos, en caricatura sumamente graciosa e inofensiva […] risueño y como embobado el hombre, satisfechota y picaresca la mujer, y los dos, por efecto acaso del cambio de los tiempos, sin la significación de las antiguas gigantillas.

Viste sombrero de velludo, enorme rueda vista desde cualquier altura, la capa parda cumplidita y el tiesísimo cuello y la vara de fresno que lleva el hombre hacen creer al vulgo que el tal hombre es el alcalde de uno de los pueblos de la sierra de Burgos. La mujer tiene que ser la alcaldesa. En ella todos los detalles rebosan gracia; la verruga junto a la nariz, el peinado, el pañuelo al cuello, y sobre todo esa risita tan felizmente copiada y más aún, ese meneito de caderas al andar en que su conductor demuestra un perfecto conocimiento de los pasos […] con que andan las mujeres.

Y según quienes lo vieron, nadie bailó y contoneó a la gigantilla con más gracia que el bombero Clodoaldo Pascual, “Clodo”. Y nada menos que durante veinticinco años.

Tanto debió de ser esa gracia y salero que traspasó fronteras y según nos cuenta Mari Cruz Ebro, fueron reclamados para participar en un torneo artístico en Hamburgo en 1939, junto con otras 22 naciones.
Al terminar de bailar los gigantillos - Antonio Vecino, “Pancilla”, bailó al gigantillo y “Clodo” a la gigantilla - tuvieron una gran ovación. Y el grupo español quedó en primer lugar.
En este viaje tuvieron el dudoso honor de ser recibidos por el propio Hitler en Berlín. 

Pero no solo la Alemania nazi reclamó a esta simpática pareja para amenizar fiestas y festejos, muy al contrario, han salido y siguen saliendo en numerosas ocasiones y a muy diversos destinos. Nuestros gigantillos están hechos unos turistas.

Son los gigantillos, sin duda, una de las parejas más queridas por los burgaleses sin desmerecer a El Cid y doña Jimena. Y si le preguntas a cualquiera de ellos qué es lo más típico de la ciudad, seguramente te diga que la morcilla y ver bailar una jota a los gigantillos.


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