viernes, 13 de noviembre de 2015

Burgos en la guerra de las Comunidades de Castilla o Donde dije digo, digo Diego. Segunda Parte

En la primera parte dedicada a la guerra de las Comunidades habíamos dejado a toda Castilla levantada en armas desde junio de 1520. Los sublevados, conocidos como comuneros, habían depuesto a las autoridades y habían reducido al mínimo el poder real.  
Burgos, tras un primer momento de duda, se había sumado a la revuelta y cuando la dejamos, en la primera parte, estaba en plena ebullición revolucionaria con la gente echada a la calle y la ciudad en llamas. Pero esta unidad en la lucha era solo un espejismo. Los combatientes representaban a las clases medias, al llamado tercer estado, no al grueso de la población. Y dentro de ellas había una notable diferencia de intereses entre los habitantes del centro y los de la periferia de Castilla. Por esta razón los comuneros no presentaron un frente unido y mientras algunas poblaciones se unieron desde el principio permaneciendo fieles hasta el final, otras, como Burgos, se separaron pronto o se negaron a adherirse.Y esta desunión resultó fatal porque sin un ejército poderoso, las deserciones en sus filas hicieron fuertes a las huestes realistas que terminaron por aplastar la revolución. 


Pero volvamos al escenario burgalés que habíamos dejado en armas y en llamas. Los corregidores del ayuntamiento depuesto habían logrado que el pueblo admitiese al condestable de Castilla como gobernante provisional. Se trataba de una medida desesperada que buscaba establecer el orden en la población y volver a la obediencia del rey.

El condestable accedió gustoso al requerimiento de la ciudad y les juró que haría cuanto pudiera, pero bajo la autoridad de don Carlos, de quien todos eran súbditos naturales. Y prometió también hacer valer su posición para que la ciudad obtuviese todos los fueros y mercedes que necesitara.
En nuestro archivo consta que durante el tiempo en que el condestable fue corregidor, celebró muchas reuniones particulares en su casa de la plaza Comparada y algún que otro regimiento en la torre de Santa María entre junio y julio de 1520 con el fin de ponerse de acuerdo con la gente principal y tratar de convencer a los dudosos de que  abandonasen la lucha. Pero no solo no consiguió atraer a su causa a los que dudaban, sino que con ciertas acciones consiguió encrespar más los ánimos. Cuando los burgaleses constataron que el condestable era un decidido partidario del rey, se lanzaron de nuevo a la calle a protestar y de nuevo comenzaron los disturbios. Don Íñigo, entonces, no dudó en emplear sus tropas y las de los nobles partidarios para sofocarlos.

Mientras esto sucedía en Burgos, a instancias de Toledo los comuneros se habían organizado en la llamada Santa Junta. Enviaron carta a todas las ciudades con representación en Cortes para reunirse en agosto en Ávila. Solamente asistieron cuatro ciudades Toledo, Segovia, Salamanca y Toro de dieciocho con representación. Ni siquiera acudió Ávila. Joseph Pérez nos habla de la diferencia de intereses económicos entre las ciudades del centro que asistieron a la Junta y las de la periferia de Castilla, entre ellas Burgos, que no asistieron.Dice este autor que el monopolio, de hecho, que ejercían los burgaleses a través del Consulado del Mar de Burgos y el núcleo de comerciantes extranjeros en la exportación de la lana, levantó polvaredas de protestas de los comerciantes del interior a partir de 1504. Y entre esta fecha y 1517 estas protestas se volvieron más violentas. Es más, no duda en afirmar sobre el movimiento comunero que:
Es en definitiva un levantamiento de la zona central de Castilla contra las regiones periféricas más favorecidas.
La Junta elaboró “los capítulos de Ávila”. Eran una propuesta revolucionaria en la organización del reino y el proyecto de un nuevo sistema político para su gobernación. En septiembre de 1520 la Santa Junta abandonó Ávila para trasladarse a Tordesillas, donde estaba la reina doña Juana. Y aquí, la Junta declaró asumir ella sola la responsabilidad del gobierno; el Consejo Real quedaba desposeído de sus funciones y la Junta se convertía en la única autoridad superior del reino. A las reuniones que se celebraron en Tordesillas acudieron trece ciudades, entre ellas Burgos, aunque en la oposición y con opiniones contrarias a la ortodoxia del movimiento.

¿Por qué acudió Burgos ahora a Tordesillas, aunque eso sí con todas las reservas que apuntamos? La respuesta está en lo acaecido poco antes en la localidad vallisoletana de  Medina del Campo. Antonio Fonseca, hermano de Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Burgos, capitaneando las tropas realistas, dio la orden de incendiar Medina del Campo cuando sus habitantes se negaron a entregarles unos cañones que tenía el regente para ir a atacar a Segovia.Medina era en estos años un emporio comercial y bursátil de toda la península. Las dos ferias anuales que en ella se celebraban desde el s. XIV, se habían convertido en instituciones clave para el comercio de Castilla.Y los comerciantes burgaleses tenían allí depositadas, en grandes cantidades, mercancías de extraordinario valor, destinadas a la venta en estas ferias medinenses. Así que la pérdida de todo este género hizo que Burgos se amotinase otra vez, y ahora  los protagonistas no sólo eran gente desconocida, como hasta ahora, sino también los comerciantes acaudalados.
Sospechando que el obispo (Fonseca), que estaba en Valladolid, habría contribuido á la determinación espantosa de su hermano contra Medina, las turbas se dirigieron furiosas al palacio episcopal, y allí, ¡lo de siempre!, destrozaron y quemaron cuanto había.
Para sofocar estas revueltas el condestable, antaño aclamado y ahora odiado, convocó a los procuradores de vecindades a la capilla de Santa Catalina. Tras la reunión se produjeron de nuevo más y más graves disturbios. Hubo alguna opinión en contra expresada por algún asistente no invitado, que fue respondida por el condestable con una sonora bofetada. Esto exaltó más a la turba.
Todos salieron á la calle, y el Condestable en medio de todos […]  el Condestable,  montó á caballo y emprendió la marcha hacia su casa, sin inmutarse porque la muchedumbre le seguía, vociferando, ni por ver algunas armas que se asestaban ya contra su persona. Se rogó al Corregidor que entregase la vara para indicar que dejaba el cargo […] y él se negó tesonudamente. Ni amenazas, ni súplicas, ni la actitud imponente del pueblo, que cada vez se aproximaba más al Condestable, y le rodeaba y le estrechaba y llenaba plazas y boca-calles.
A la casa [del condestable] se puso sitio en regla […]  y junto á los muros del edificio se amontonó el combustible, todo para incendiar la casa, atacarla al mismo tiempo, no consentir que saliera de ella una persona viva y destruir, si era preciso, la población entera.
Al final, y tras muchas negociaciones, amenazas, riñas y demás, el condestable entregó la vara de mando y abandonó la ciudad con toda su familia y seguidores.

El Condestable salía, rabioso por no haber podido pelear, apenado porque dejaba a su Burgos en un estado tan deplorable.

Efectivamente, Burgos volvía a estar sumida en el caos, alborotada por todos sus rincones; pero entre la gente de Burgos ya se iba asentando la idea de que estas luchas no podían, ni debían durar eternamente y que mejor sería defender la reunión de unas Cortes que arrancasen a don Carlos el desagravio de las ofensas y el restablecimiento de todos los fueros. Porque:
Una cosa era, en efecto, luchar en batallas contra las tropas del Regente [que]  intentaba impedir el ejercicio de los derechos del pueblo, y otra cosa, en cada población armar escándalos, ahorcar ciudadanos sospechosos, quemar casas, destruir haciendas y tener á todo el mundo en continua alarma.

Era por tanto la reunión de una Junta o Cortes lo que Burgos pedía y por ello acudió a Tordesillas. Pero pronto el modo de proceder de la Santa Junta no gustó a los burgaleses y así se lo hizo saber a través de una carta que llevó su procurador Pedro de Oña (HI-1023) y que custodia este archivo. En ella los burgaleses reprochan a la Junta que hubiera secuestrado a la reina doña Juana, enferma e incapacitada, que hubiese disuelto el Consejo Real, que se hubiera atribuido un poder soberano y que excluyera a don Carlos del trono o lo privara de todo poder efectivo. La Junta y la ciudad de Burgos, con posturas tan contrarias, estaban destinadas a no entenderse.

El emperador, entre tanto, y comprendiendo por fin lo que habían demandado desde un principio los castellanos, nombro como virreyes al almirante y al condestable de Castilla para dirigir el reino en su ausencia, junto con el cardenal Adriano. Y así se lo hizo saber a Burgos como Cabeza de Castilla, en documento que aquí guardamos HI-345.
Que yo [el rey] he seido informado de las alteraciones que en esos mis reinos hay, á causa de mi ausencia  […] acordé de enviar poderes bastantes al Condestable é al Almirante porque sé lo que desean mi servicio y el bien desos reinos para que entiendan en la gobernación dellos; lo cual les hago saber como á cabeza de Castilla para que los obedezcan, para que las cosas necesarias para bien de mis reinos se las hagan saber para que lo remedien conforme á las leyes é premáticas dellos, porque mi intención nunca fué ni será de hacer cosa de que justamente se pueda agraviar.
Para la Junta esta medida llegaba tarde y ya no había vuelta atrás. En cambio para Burgos era una señal de que el rey entendía las quejas de sus súbditos. Los ricos comerciantes burgaleses, después de ese momento de “pataleta” por el grave asunto de Medina del Campo, volvieron a sus antiguas posturas de lealtad al rey. Estaban seguros de que la Junta no defendería sus intereses económicos y la ciudad pidió al condestable que consiguiera del emperador la confirmación de todos los acuerdos pasados. Y que no ejerciera como virrey hasta que la Junta no hubiese respondido a la orden de abandonar Tordesillas y de no intervenir en lo sucesivo en el gobierno del país. Si la Junta se negase, entonces Burgos la combatiría con todas sus fuerzas. El 30 de octubre la Junta denunció la actitud de Burgos y ésta la de la Junta. Y el 11 de noviembre la ruptura de Burgos con la Junta era ya efectiva, es más consideraba a la agitación comunera como un delito.

No dejaba de sorprender que hiciese esta declaración cuando en ningún sitio la agitación había sido más violenta que en Burgos. La Junta se sintió traicionada porque cuando Burgos llevó a cabo el asesinato de Cotannes, la destrucción de parte de los archivos del reino, los destrozos en casas particulares e incluso el intento de asesinato del condestable, las ciudades comuneras cerraron filas en torno a Burgos, y ella sin embargo, ahora, las abandonaba y renegaba del movimiento. Comparados con los acontecimientos de Burgos, los desórdenes de Segovia, Valladolid, Salamanca o Toledo fueron un juego de niños.

Los de Burgos insistían en que ellos no habían mudado:
Nosotros nunca fuymos mudables de aquello que primero nos determinamos, que es para solamente suplicar.
Nos dice Joseph Pérez que la razón por la que las Comunidades no triunfaron en Burgos fue porque en ningún momento contaron con el apoyo de los notables. La burguesía comerciante vio desde el principio con malos ojos las violentas populares que ensangrentaban las calles de la ciudad y se aproximó a don Diego Osorio primero y al condestable después. En Burgos en todo momento los comerciantes formaron un bloque compacto y sin fisuras. Supieron comprender en seguida cuál era el partido que podía garantizar sus intereses. Las concesiones que les hizo el condestable y que ratificó en parte el emperador les satisficieron plenamente: supresión de huéspedes forzosos con ocasión de la llegada de la Corte a la ciudad, mercado franco el martes y el sábado, y, lo más importante, el mantenimiento de los privilegios comerciales con las ciudades de Europa del Norte.
En estas tierras de Flandes siendo tan bien tratados los comerciantes de aquella ciudad (Burgos) con más privilegios y grandezas que los mesmos de la tierra …
Para los comerciantes de Burgos la victoria de la Junta ferozmente hostil a Carlos y su política exterior habría comprometido sus relaciones comerciales.

Don Carlos por su parte sintió una enorme satisfacción al saber que Burgos, la principal ciudad de Castilla, no había firmado los Capítulos de la Junta y que se había apartado de ella. En varias cartas a la ciudad mostró su agradecimiento y les dijo que desde que contaba con Burgos, las Comunidades no le inspiraban ya cuidado alguno.

Reunidos los señores y varios procuradores de vecindades de Burgos, redactaron unos larguísimos capítulos con las peticiones que hacían al Rey en nombre de todo el reino. HI-588
Lo uno que no se saquen monedas del reino, ni oro, ni plata, ni vellón é haya nueva labranza é mudanza de ley é peso […] Lo otro que no se den oficios ni beneficios ni dinidades ni obispados ni prelacia alguna ni patronazgo, ni encomienda ni pensión ni tenencia á ningún extranjero […] Lo otro que su majestad haga perdón general para todo el reino […]
Fueron entregados al condestable para que los firmara como nuevo corregente y la ciudad puso como condición que fuera de su puño y letra. El condestable ratificó a regañadientes los capítulos, aunque como nos dice Pérez sin ninguna intención de cumplirlos. Tras esto, el 1 de noviembre de 1520  don Íñigo entró en Burgos. Hubo algún intento de armar jaleo, pero fue enérgicamente sofocado y la ciudad de Burgos quedó, en fin, voluntariamente sujeta a la autoridad del rey. Estos mismos capítulos fueron enviados a la Junta, que los rechazó. Burgos, tal y como había declarado, luchó firmemente contra ella y se puso en el bando contrario a los comuneros. Por su parte, el rey aplazó su resolución en cuanto a la confirmación de los capítulos que Burgos había concertado con el Condestable (HI-1065), pero ratificó todo cuanto a la ciudad en particular interesaba: le concedió el mercado para los martes y la exención de huéspedes, le restituyó el castillo de Lara, le dispensó el servicio votado en la Coruña y le dio un perdón general en términos honrosísimos, perdonando de antemano a la provincia (HI-2717), todavía en armas, por respeto a la ciudad, y ofreciendo que pagaría de su bolsillo todos los daños que en la ciudad habían producido los comuneros. Los pregones del perdón se dieron por toda la ciudad:
¡Oid, oid, oid!: sepan todos que la Reina y el Rey nuestros señores certificados de la lealtad que la ciudad de Burgos y vecinos y moradores della y su provincia […] han sido y son merecedores de alcanzar perdón de todos los casos y excesos y delitos que en la dicha ciudad y su provincia han acaecido durante el dicho tiempo y son así mismo merecedores de recibir mercedes […]
Burgos insistió en que se concediera el perdón general para todo el reino, porque a partir de aquí era bien sabido que el movimiento comunero estaba condenado a fracasar. Sin la ratificación de la reina doña Juana de ninguno de los papeles presentados por la Junta de Tordesillas y sin el apoyo de Burgos, la revolución se fue extinguiendo hasta ser totalmente sofocada en la batalla de Villalar el 23 de abril de 1521. Los principales dirigentes Padilla, Bravo y Maldonado fueron ajusticiados. Toledo resistió aún algunos meses capitaneados por María Pacheco, apodada no sin razón la Leona de Castilla, pero finalmente sucumbió a las tropas realistas. Logró escapar a Portugal, donde acabó sus días.

Lo que pudo haber cambiado el devenir de todo un reino y de todo un continente, no triunfó. Las cosas volvieron a su cauce con pocos cambios. Castilla se vio formando parte de un imperio al que no había querido pertenecer y al que a partir de ahora le tocará mantener con sus impuestos. Como dice una famosa canción:

                Desde entonces ya Castilla
                no se ha vuelto a levantar, ay, ay,
                no se ha vuelto a levantar.


5 comentarios:

  1. Mi más profunda felicitación al autor, autora, de este magnífico relato y también un ruego: que sigan contándonos (contándome) la verdadera historia de "mi pueblo". Me gustaría que se publicase en un libro o de forma que se pudiera adquirir. ¡Muchas gracias! y, por favor, sigan con ello.

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    1. Muchas gracias por sus amables comentarios. Seguiremos escribiendo sobre cosas de Burgos y publicándolas en estos medios.

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  2. Me resulta extraño que NO publiqueis el DOCUMENTO MÄS IMPORTANTE que sobre la guerra de los Comuneros tiene EL ARCHIVO MUNICIPAL DE BURGOS. Es una pena. En él se indica que la ciudad y la provincia de Burgos (que comprendía la actual Burgos, más la actual Cantabria, más la actual Rioja) se reclutaban soldados para luchar CONTRA VILLALAR. Como en Burgos nadie lo publicais, os lo envío para que lo consulteis en vuestro archivo.
    (Copiado de Wikipedia.)
    Anexo:Gente de guerra que el Ayuntamiento de Burgos alistó en Marzo de 1521 contra VILLALAR (VALLADOLID)
    Repartimiento de gente de guerra que el Ayuntamiento de Burgos alistó en marzo de 1521 a requerimiento del Condestable para acudir a la que se presumía batalla decisiva de la conocida como Guerra de las Comunidades
    La gobernación del Reino de Castilla, en ausencia del monarca, estaba en manos del Cardenal, del Almirante y del Condestable. Los dos primeros, y los nobles que seguían el partido del Rey, deseosos de poner término a una revolución que, aunque se aproximaba a su fin, producía aún sucesos desastrosísimos y daños incalculables, se aprovecharon de las torpezas y desaciertos de los comuneros para preparase a una batalla decisiva.
    Solicitaron al Condestable que reuniera gente de armas, y Velasco , resolvió salir de la ciudad con un buen cuerpo de ejército. Escribió al duque de Nájera , pidiéndole fuerzas, principalmente artillería, que envía a las órdenes de su hijo Manrique de Lara. No fue fácil el recorrido ya que tuvo que combatir con el conde de Salvatierra.

    Reunión del Ayuntamiento
    Velasco reunió el Ayuntamiento y le pidió que sacase de la ciudad y de su provincia unos mil hombres, para que fuesen con él a combatir a los comuneros . El Ayuntamiento lo acordó en votación y por unanimidad, alistó porrepartimiento a la gente de guerra:
    Lugares Tratamiento Hombres Denominación actual Provincia actual
    Presencio virtuosos señores 12
    Barbadillo del Pez vasallos 8
    Burueba é Pancorbo muy virtuosos señores é vasallos 20
    Miranda de Ebro muy virtuosos señores é vasallos 20
    Covarrubias muy virtuosos señores 20
    Juarros y la Mata muy virtuosos señores 30
    Balbás virtuosos señores 20
    Los Arauzos virtuosos señores 20
    Rio de Urbina virtuosos señores 40
    Santibáñez y su partido virtuosos señores 30
    Mahamud virtuosos señores 15
    Santa María del Campo virtuosos señores 40
    La Merindad de Campó magníficos señores 100
    Villasandino virtuosos señores 20
    Villahoz virtuosos señores 15
    Candemuño virtuosos señores 70
    Las Siete Merindades magníficos señores 100
    Lara vasallos 30
    Aloz de Burgos , mandamiento de justicia é regimiento 40
    Melgar muy virtuosos señores 70
    Arlanzón e sus aldeas virtuosos señores 10
    Santo Domingo de la Calzada con la Merindad de la Rioja muy virtuosos señores 100
    Logroño magníficos señores 100
    Villafranca e sus aldeas virtuosos señores 40
    Villafribela virtuosos señores 10
    Torresandino virtuosos señores 10
    La Merindad de Santo Domingo de Silos muy virtuosos señores 70
    Yudego y su partido virtuosos señores 8
    Balbases virtuosos señores 10
    Las Padillas virtuosos señores 6
    Villamayor de Rio Pisuerga virtuosos señores 4
    Villegas y Villamorón virtuosos señores 6
    Las Hormazas y su partido virtuosos señores 78
    La villa de Oña muy virtuosos señores 20
    Total 1170
    [editar]Bibliografía
    Salvá, Anselmo (Burgos, 1895). Burgos en las Comunidades de Castilla. Hijos de Santiago Rodríguez.
    [editar]Interés de esta relación
    Este documento, obrante en el Archivo Municipal de Burgos, tiene su interés por la definición de pueblos, lugares y comarcas, señalando sus respectivos tratamientos.
    Alba, Ramón (Madrid, 1975). Acerca de algunas particularidades de las Comunidades de Castilla tal vez relacionadas con el supuesto acaecer terreno del Milenio Igualitario. Editora Nacional.
    Danvila, Manuel (Madrid, 1897-1900). Historia crítica y documentada de las Comunidades de Castilla. Memorial Histórico Español. 6 volúmenes.

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  3. CARTA DEL CONDESTABLE DE CASTILLA A LA CIUDAD DE BURGOS EN QUE MANIFIESTA
    QUE CON EL FAVOR DE BURGOS SE HABIA GANADO LA BATALLA DE VILLALAR.
    23 de Abril de 1521.


    Magníficos Señores:
    Por no tener espacio, nosescribi con mi sobrino Francisco Sarmiento la buena nueva de la batalla
    que con el favor desa leal cibdad se desbarato el martes veinte e tres del presente dia de Señor
    San Jorge; pidos Señores por merced me perdonéis que por recojer el campo no pude escribir mas
    de dos renglones a la Duquesa, (i) A Dios sean dadas gracias, ello se despacho como vosotros lo
    deseáis, y fueron presos Juan de Padilla y Juan Bravo y Francisco Maldonado, y ayer miércoles se
    degollaron e oy Jueves vine aqui a Simancas, donde se asento el Real; lo que sucediere os haré saber.

    Guarde Nuestro Señor e acreciente vuestras magnificas personas y estado.
    Del Real de Simancas a 25 de Abril. ==
    De la muerte de Juan Bravo me ha pesado cuanto se puede decir, asi por el
    como prencipalmente por su madre y hermanos, a todos perdone Dios.
    A lo que Señores mandedes. = El Condestable.
    ----
    (1) Doña María de Tovar su mujer, duquesa de Frías.
    En el coro del monasterio de Santa Clara, en la villa de Medina de Pomar, tienen su
    enterramiento el Condestable y su esposa: ésta falleció en Ampudia el 30 de Noviembre de
    1527 y Don Iñigo en Madrid el dia 17 de Setiembre de 1528; así resulta de una lápida que
    hemos visto en la iglesia de dicho monasterio.
    -----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
    Documento que consta en el libro de L. CANTÓN SALAZAR.:"Monografía Histórico-Arqueológica
    del Palacio de los Condestables de Castilla". Imp. y lib. de S. Rodriguez Alonso. Burgos 1884.


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  4. Muy interesante la "actuación" de Burgos en la Guerra de las Comunidades de Castilla.

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Gracias por su comentario.